mayo 16, 2007

Yo Soy

Me presento; Soy una llave.
Apenas un pedazo de metal que fue moldeado por algún ser omnipotente mucho antes de la creación. Un trozo de metal que ha esperado años por conocer al candado al cual habría de abrir. Pero yo sólo soy una llave oxidada, cubierta de polvo, pequeña... he tratado de abrir tantos candados, he tenido tantos fracasos... que ya nunca más quería volver a intentarlo. Ya nunca más quería tener nada que ver con los candados, con las riquezas, con esos tesoros que esconden tan celosamente. Tan celosamente que ninguna llave que no sea la indicada puede abrir.
Quise ser la llave de un candado dorado. Pero era demasiado grande para mí, costaba demasiado girar dentro de él. Ese candado pesado, brillante como el sol, esperaba una llave del mismo color, del mismo valor. No a mí.
Sentí que mis entrañas de metal se corroían, sentí que me llenaba de óxido y que pasaba desapercibida por la multitud de candados y llaves que desfilaban ante mí.
Preferí no ser más la llave de alguno de ellos. Seguramente ese candado aún no sabía de mí existencia.
Un día, en esa aburrida vida de llave, en ese ver ir y venir tantos cerrojos, de tantas otras como yo, encontré uno que era especial.
Pequeño, oscuro, sellado completamente. Ni siquiera podía encontrar el pequeño hueco por el cual una llave podría haber entrado. Parecía como si su propio metal le hubiera cerrado toda posibilidad de ser abierto nuevamente.
Y entonces me cautivó. Entendí que no importa qué tipo de llave fuera.
Decidí en ese momento: Yo sería su llave. Su única llave. La única que pudiera abrir y descubrir lo que escondía bajo tan impenetrable cerrojo.

Y lo que hallé ahí me dejó atada para siempre.

A ese candado no le importaba que fuera una llave pequeña, algo gastada, un poco oxidada por el paso del tiempo. Me hacía sentir como la más brillante. La más hermosa entre todas las demás.
Porque el tesoro que escondía ese candado que parecía difícil de abrir fue el premio más grande que jamás imaginé.
Fundí mi pequeño cuerpo con el suyo y quedé ahí, clavada en medio de su corazón.

mayo 01, 2007

Criogenia~

Y parecía como muerta cuando la encontraron sobre el suelo embaldosado del jardín.
No oyeron ni un disparo, ni un grito, ni un golpe seco contra el suelo.
No había sangre, no había señales de violencia.
Pero aún así, parecía como muerta.

Labios Rojos.
Piel Blanca.
El cabello como si hubiera sido acomodado afanosamente bajo la nuca.
Pulso nulo, Corazón apenas latiendo.

Pero seguía ahí, no muerta, dormida... sí..
Apenas si se acercaban creían escuchar un suspiro.
Creían sentir una cálido aliento.
¿Estaba muerta?

La muerte se había enamorado de ella,
La muerte se la había llevado a medias.
Estamos tan juntas y sin embargo estamos muriendo de soledad~ Minia Bathory
"Estamos todos tan juntos, y sin embargo, todos estamos muriendo de soledad..."
Albert Schweitzer