Noche de Rosas Blancas
Tercera parte
Pese a que su primer pensamiento fue el de morder aquella lengua, que tan atrevidamente había buscado la suya, no lo hizo… sintió su cuerpo estremecerse al darse cuenta de que de un momento a otro estaba correspondiendo al apasionado beso robado.
Inexperiencia y seducción se mezclaban en aquel beso que compartían… lujuria, deseo, apetito sexual… una danza de colores, formas y olores, todo mezclado en aquella habitación con decoración infantil.
La cara angelical, desprovista de las gemas que brillaban la luz cada día, comenzó a adquirir un tono rosado… pasando por el carmín y finalmente un escarlata brillante por el sudor que perlaba su piel.
Las manos expertas sujetaron los tersos muslos de la niña mientras abandonaba sus labios y comenzaba a morder el arco de su cuello blanco. Encajando sus dientes en él, dejando marcas rojizas después de succionar la piel que se mostraba pura y virgen ante él.
Un jadeo involuntario salió de los labios de la joven, susurrando el nombre de quien la estaba amando por primera vez, mostrando su rosada lengua y los dientes blancos al mismo tiempo… llevó sus manos a la nuca, intentando desarmar el nudo que la privaba de visión… pero su atacante dándose cuenta de lo que pretendía tomó sus manos y las retiró del lugar antes de que cometieran la acción.
Susurró cosas sucias a los oídos vírgenes, osó profanar el hueco de la oreja al meter su lengua dentro de él, mordiendo seguidamente el lóbulo decorado con un zarcillo de aspecto elegante.
La temperatura volvió a subir cuando entrelazó sus piernas con las de ella y tomó con decisión sus nalgas, sintiendo la piel tibia comenzar a calentarse cada vez más… con una mano continuó subiendo el vestido, dejando expuesto el torso de la niña, observando los pechos pronunciados que se escondían tras la tela.
Bendita tela que guardaba los encantos de la niña virgen, de la santa e inmaculada señorita.
Dejó vagar sus labios en el seno de la chica, en el hueco hundido entre los pechos que se alzaban imperiosos, firmes y suaves…La brisa azotó de pronto en el cuarto. El viento frío colándose entre las cortinas de seda…los cuerpos amándose, disfrutando del baile de los amantes, los corazones latiendo casi al unísono, formando un coro celestial, del cual la voz de la chica era el ángel que lo dirigía…
Finalmente, todo acabó, un cuerpo extraño quedó tendido sobre las sabanas revueltas, un enredo de brazos que se abrazaban, de manos que desataban pañuelos de seda y de piernas que se acariciaban luego de haber sufrido los estragos del amor.
- Je t’aime… - pronunció la angelical voz, adormilada por el arrullo de los abrazos, por la respiración que sentía sobre sus cabellos y los suaves besos repartidos en su nuca.
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La misma brisa fría entró en la habitación de nuevo. El cuerpo de la joven comenzó a moverse sobre la cama tanteando a su alrededor, sentándose sobresaltada al no encontrar ningún cuerpo durmiendo junto al suyo… bajó la vista, notando que estaba completamente vestida, y que la habitación tenía el mismo olor a rosas blancas que tanto conocía…Se levantó de la cama, caminando hasta su propio balcón, mirando las plantas una por una, viendo como los rayos plateados seguían cayendo sobre ellas… Un brillo especial le hizo detenerse. Ahí, entre la blancura fantasmal, una rosa roja se erguía entre las demás…
Fine